Santiago Centro, siendo más específica, la esquina de Teatinos con
Huérfanos, sentada en el suelo entre dos grandes pilares que hasta la semana
pasada poseían una bandera cada uno, una gran bandera tricolor que se movía
hacia donde el viento soplara, sólo dejándose llevar por los deseos de la madre
naturaleza. La verdad era que estar sentada en el suelo en pleno centro de
Santiago como si nada, realmente llamaba la atención de algunos curiosos que al
pasar por mi alrededor se me quedaban mirando como si sobre mi cuerpo hubiera
un cartel luminoso que dijera "mírala" , cómo si tuviera alas
en la espalda o incluso como si me tratara de un fenómeno; pero lo que llamó mi
atención no fue una de las tantas personas que se me quedaban mirando, si no
que una bolsa que se encontraba tirada en el suelo a unos metros de mis pies,
una simple bolsa de plástico.
¿Qué tenía de interesante esa bolsa? La verdad es que nada, era una
bolsa común y corriente, estaba vacía, no tenía ningún diseño en especial, solo
era una bolsa en el suelo, pero aún así la miraba, pero de pronto la misma
brisa que hace unos días movían las banderas se hizo presente para elevarla,
comenzando así un trance especial en el que mi mirada no se podía separar de
aquella bolsa, en un principio solo se movía de allá para acá a unos
centímetros del suelo, aunque solo hizo falta un poco más de viento para que
comenzara a separarse más y más de la corteza terrestre, frente a mi un
imponente edificio que me ayudaba a calcular la altura que estaba alcanzando, cada
vez más arriba, hasta el 6to piso la vi llegar, después de lo cual comenzó su
descenso, pero cuando llegó al piso 3 allí se mantuvo, flotando, levitando,
luchando para no volver al suelo, lo cual no duró demasiado debido a que siguió
bajando... pero sorprendentemente cuando estaba a no más de un metro de volver
a quedar a mis pies, se elevó nuevamente, aunque esta vez no llegó más allá del
2º nivel, pero planeo, se movía sin cambiar su altura para que de la nada
llegara una brisa y la hiciera desaparecer de mi vista.
Algo sobresaltada me paré rápidamente, me asomé por un costado de la
calle para ver que de una manera y otra la bolsa había terminado en un basurero
metálico pegado al suelo, la mitad dentro y la mitad fuera.
- La madre naturaleza sabe hacer las cosas con estilo - me dije a mi
misma con una sonrisa torcida en el rostro.
Entonces sin nada más que hacer volví a mi sitio, sentada entre los
pilares.