jueves, 12 de julio de 2012

Un breve paseo


Miércoles 11 de Julio, me encuentro en la Universida Alberto Hurtado ubicada en Almirante Barroso 10 —en pleno corazón de Santiago—, en compañía de varios adolescentes más —la gran mayoría son estudiantes de tercero y cuarto año medio.

Son las 15:09 horas y nos encontramos en este momento en el taller de Reporteros, hace solo unos minutos estabamos todos sentados y completamente ordenados en una sala de clases, y ahora estamos totalmente dispersos en el campus, en busca de una historia que podamos redactar.
Hay tanta gente, cada una con su historia, lo que nos deja con demasiados puntos de vista ¿cómo saber cuál elegir? Y entonces una idea llega a mi: aprovechar mi propia perspectiva, redactar mi historia; de esta forma comienzo a dar vuelta por las intalaciones del recinto, en busca de un lugar donde pueda ponerme cómoda y al mismo tiempo recibir los rayos del sol; entonce slo veo, un pequeño espacio en el pasto en dónde logro absorver la vitamina D que busco.

A un costado de donde me ubico, varios estudiantes de la universidad charlan animádamente sobre películas, otros tratan de estudiar, mientras que terceros simplemente descanzan. En Diágonal a mi posición actual, puedo ver a los chicos que se encuentran en el taller de antropología y de paso alcanzo a escuchar algunas palabras del guía de dicho grupo, pero a mi oído solo llegan ideas sueltas como: “esta palmera que se encuentra a nuestro lado”, “a pesar de que nos encontramos cerca de la plaza de armas” y algo sobre la Plaza Brazil que no consigo comprender del todo. También puedo ver a mis compañeros de este día sentados mientras piensan que escribir, otros dejándo que su lápiz exprese las ideas que llegan; o simplemente caminando en busc de una historia, quizá sin siquiera pensar o imaginar que aquella muchacha sentada en el pasto con cuaderno y lápiz en mano escribe sobre ellos.

De pronto una pareja de amigos pasa celebrando que aprovó un ramo con una nota suficiente para no dar un exámen “¡excelente! —pienso para mis adentros— una preocupación menos para ellos este semestre.” Así es como me vuelvo a dar cuenta que las historias ocurren a cada momento ¿quién soy yo para quitarle importancia a los sucesos que ocurren en la vida de los demás? Es entonces cuando más me gusta mi idea y disfruto poder escribir una columna desde mi punto de vista actual, contando mi historia, que en este preciso momento se mezcla con la de los demás sin que ellos lo sospechen; encerrándome en mi burbuja personal de escritura, pero sin aislarme por completo.

¿Cuánto sucede en un par de minutos? Si esto y más ocurrió solo en 
el campus de una universidad ¿Qué hay del resto de Santiago? ¿Y del país? Y pensando más en grande ¿Y en el resto del mundo? Miles de historias suceden simultáneamente y no somos conscientes ni quiera de una millonésima parte de estas.

Finalmente llego a una conclusión que me gustaría compartir: “Debemos tomar en cuenta las cosas pequeñas de la vida, disfrutar cada momento y ¿por qué no? Poner un poco más de atención a nuestro alrededor… podría sorprendernos las cosas que descubramos.”