Darte cuenta de que estás enamorada de tu mejor amigo no es fácil, mucho
menos cuando estas por mudarte, irte a otro país y probablemente jamás volverlo
a ver… pero lo que es más difícil aún es volver encontrarlo 4 años después para
darte cuenta que lo sigues amando de la misma forma que lo hacías antes de
irte.
Capítulo 1:
Monique Smith era una pequeña que vivía en una pequeña ciudad de
Inglaterra, una muchacha de tan solo 14 años de cabellera de un tono castaño
chocolate que ayudaba a resaltar sus hermosos ojos color pardo y para dar la
pincelada final de su presentación, simplemente digamos que estaba enamorada de
su mejor amigo, el susodicho chico se llama Tyler McCann, lo conoce desde hace
ya demasiado tiempo y lo quiere demasiado, aquel muchacho de un cabello negro
azabache con unos ordinarios ojos color café, pero que para la chica eran los
más hermosos que había visto en toda su vida… El problema es que no que ella no
se atrevía a decirle lo que sentía, tan solo por miedo a que su amigo no la
correspondiera y probablemente jamás lo sabrá y todo gracias a que a su padre
acababan de transferirlo en su trabajo, enviándolos a todos fuera del
continente, obligándolos a cruzar el mar Atlántico hasta llegar a las costas de
Estados Unidos para mudarse a la concurrida ciudad de Nueva York, y la verdad
es que se iban con muy pocas probabilidades de volver en algún momento por una
nueva transferencia, ella se iría y probablemente jamás lo volvería a ver. La
chica no sabía cómo decirle que se marcharía, es decir, llevaban demasiado
tiempo juntos como para poder separarse de la nada de un día para otro así nada
más.
- Hey Monique-dijo una voz de pronto.
- ¡Tyler! –simplemente ella no esperaba encontrárselo en la plaza tan
temprano.
- ¿Qué hay pequeña? –preguntó con aquella sonrisa que estaba siempre en
su rostro.
- No mucho… al menos nada bueno.
- ¿Qué quieres decir?
- Tyler… me mudaré. –soltó sin más, sin saber cómo ablandar la noticia.
- Pero vamos, eso no puede ser tan malo ¿dónde te irás? ¿A los nuevos
condominios que están construyendo?
- No… nada de eso.
- ¿Entonces?
- Ty –comenzó llamándolo por su apodo-, me iré a Estados Unidos.
- ¿¡Qué!? Debes estar de broma ¿no? –reaccionó el chico sin creer las
palabras que acababa de oír.
- No –dijo triste mirando el suelo tratando de contener las lágrimas.
- Pero ¿cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?
- No lo sé… simplemente me lo dijeron mis padres hoy, nos vamos en dos
semanas por el trabajo de papá.
- ¿Y cuando vuelves? Porque… volverás ¿cierto?
- No… no lo sé.
- ¡No! Mina –esta vez él ocupo el apodo de su pequeña amiga, uno que
simplemente le había puesto un día sin importar si era un diminutivo de Monique
o no- ¡No puedes dejarme! ¿Qué voy a hacer sin mi mejor amiga?
- Yo no quiero irme, de verdad que no.
- ¡Mentira! –Gritó de pronto el muchacho exaltado- si eso fuera verdad
harías algo para no marcharte.
- Y ¿qué quieres que haga? Solo tengo 14 años.
- ¡No lo sé!
- ¡Pues yo menos! –Respondió parándose de la banca en la que estaba
sentada. Se encontraba demasiado enojada, ella esperaba que su mejor amigo la
apoyara, que la hiciera sentir mejor… no que le gritara y la culpara de la
situación. Por lo que sin decir más se fue corriendo de aquel lugar en
dirección a la que pronto dejaría de ser su vivienda, pero jamás dejaría de ser
su hogar.
El día de partir había llegado, Monique no había vuelto a ver a Tyler después de aquella discusión que habían tenido en la plaza, y tampoco se habían llamado, siquiera para despedirse, pero cuando la chica se estaba subiendo al auto para irse camino al aeropuerto escuchó un grito que le llamó la atención, más que porque lo que gritaron fue su nombre, fue porque la voz que oyó era conocida, demasiado familiar.
El día de partir había llegado, Monique no había vuelto a ver a Tyler después de aquella discusión que habían tenido en la plaza, y tampoco se habían llamado, siquiera para despedirse, pero cuando la chica se estaba subiendo al auto para irse camino al aeropuerto escuchó un grito que le llamó la atención, más que porque lo que gritaron fue su nombre, fue porque la voz que oyó era conocida, demasiado familiar.
- ¡¡Monique!!
Era Tyler que iba corriendo hacía el auto, en cuanto llego al lado de su
mejor amiga simplemente Smith no soportó y se lanzó sobre él y mientras lo
abrazaba muy fuerte, la emoción la inundó en un par de segundos y no pudo
contener las lágrimas, no quería irse, estaba enamorada de su amigo y no quería
alejarse de él por nada del mundo.
- Por favor… llévatelo, y no me olvides –dijo el joven McCann
ofreciéndole un pequeño peluche de un osito con un corazón entre las manos que
decía “Te quiero mucho”
- Yo también te quiero Ty –la chica no resistió el impulso y simplemente
lo besó.
En una primera instancia él se quedó quieto, prácticamente congelado,
pero al rato reaccionó y comenzó a devolverle el beso, lo único que pasaba en
esos momentos por la mente de la joven Smith era “¡me lo respondió el beso!”.
- ¿Y eso? –preguntó Tyler en cuanto se separaron
- Para que no me olvides –fue lo que respondió la chica.
Después de aquello sin más la joven se eso subió al auto y se marchó, mientras
se despedía por la ventana, hasta que simplemente lo perdió a su amigo de
vista, entonces sin saber que más hacer se abrazó a aquel oso y simplemente se
largó a llorar.
Desde ese día ya habían pasado 4 años, Monique había terminado sus
estudios en Estados Unidos y ahora viajaba camino a Inglaterra, principalmente
de vacaciones, aunque secretamente esperaba poder encontrar una universidad en
donde poder estudiar una carrera profesional, realmente extrañaba su país natal…
pero lo que más extrañaba era a su querido amigo Tyler, aún lo tenía presente
en su mente, su peluche aún lo conservaba, lo llevaba a todas partes consigo, y
si bien en USA había hecho muchas amistades, ninguno de ellos jamás llego a ser
como su querido Ty, ni siquiera se le
acercaban.
Se quedaría en la misma casa en la que me crió, volvería a su hogar, ya
que sus padres jamás la vendieron, ya que habían decidido dejarla de “reserva”
para alguna emergencia o por si repentinamente había que volver a Inglaterra
por el trabajo de su padre, aunque era poco probable, pero ella siempre mantuvo
la esperanza de que aquello pasara, pero lamentablemente no ocurrió, pero los años
habían pasado, ahora ya tenía 18 años y finalmente pudo viajar sola.
Se instaló con mis maletas y lo primero que hizo en lugar de darse una
ducha o incluso dormir un rato después de aquel viaje fue ir a aquella plaza… aquella
plaza que se ubicaba cerca de su casa, en la que tuvo tantos buenos momentos ya
fuera con su familia o con sus amigos. El lugar estaba casi igual a cuando se había
ido, solo que ahora tenía un par de juegos nuevos y algunos de los juegos que
habían en ese entonces tenían unas capas nuevas de pintura mientras que otro
simplemente habían desaparecido, pero todo era prácticamente igual a como lo
recordaba.
Monique se sentó en una banca y se quedó mirando el cielo, había
extrañado tanto este lugar…
- ¿Mina? –logró escuchar que alguien susurró
La chica se dio la vuelta y…